Tuesday, February 20, 2007

Credibilidad de los medios


Hoy, quiero retomar el tema de la credibilidad de los medios de comunicación, aquí encuentro interesante que agreguemos a la credibilidad y al interés económico, el tema del escándalo.

En la historia de los medios, el escándalo ha sido siempre el vehículo más seguro para llamar la atención del mundo y en la última década fue la herramienta más utilizada para obtener rating. Sabemos que la televisión basa su gran fuerza expresiva en la imagen y podemos deducir que si mezclamos estos dos fenómenos, escándalo e imágenes, obtendremos la fórmula segura para obtener más audiencia.

Si hablamos sobre las peleas entre un medio y otro, sabemos que ocurrieron siempre, las tendencias políticas de los periodistas también, lo que es nuevo es la forma en que estos enfrentamientos se hacen públicos y la frecuencia con la que los periodistas expresan sus favoritismos, olvidándose de esa hipotética imparcialidad, y aquellos principios que en algún momento eran las premisas para dar cuenta de los sucesos destacados de la realidad.

¿Existe la objetividad periodística? En este contexto, quiero compartir con el receptor, lo que dijo una vez, Hubert BeuveMery (cabe la posibilidad de que el apellido no se escriba así), fundador del diario Le Monde: "En periodismo la objetividad no existe; la honestidad sí". Volviendo al tema que nos ocupa, las formas que adoptan las rivalidades entre los medios se asemejan mucho a las internas partidarias, a las peleas entre candidatos, son luchas de poder, en el medio de estas peleas siempre están las audiencias, quiénes en un buen porcentaje estarán conformes de permanecer ahí viendo el ping pong, el otro porcentaje de la gente, se sentirá incomoda y puede percibir la manipulación.

Rozar los límites de la tolerancia, exhibir cruentas disputas, fomentar el escándalo, son las actitudes que hacen la diferencia entre un medio que lucha por sostener su credibilidad y otro que lo hecha a perder con cada segundo que el escándalo conquista su espacio. Las nuevas normas de los medios, que cada vez están más monopolizados, están supeditadas a la regla número uno de conseguir un punto más de rating, esta premisa es la que avala todas las acciones que a veces nos parecen raras y desbordadas en los medios.

Tuesday, February 13, 2007

El precio del poder


"Todo lo que tengo en esta vida son mi palabra y mis cojones". Esta frase inmortalizó al personaje de Tony Montana en Scarface, sin duda alguna, uno de los mayores clásicos de Brian De Palma.

Scarface, en España rebautizada como El precio del poder, es un remake de un título muy anterior: Scarface, el terror del hampa, del maestro Howard Hawks, obra maestra y título cumbre que supuso un punto de inflexión y nacimiento del mejor cine negro. Oliver Stone fue el encargado de adaptar este guión a la obra de De Palma.

El precio del poder refleja el ascenso y caída del imperio creado por un inmigrante cubano, perseguidor del "sueño americano", llamado Tony Montana. La historia comienza con un prólogo histórico que nos sitúa en la Cuba de los 80, donde 125.000 cubanos (25.000 de ellos delincuentes de poca monta o enemigos del régimen castrista) afrontan la salida del país, favorecida por Fidel Castro, hacia los EEUU. Entre ellos se encuentra Antonio Montana (Al Pacino), un delincuente poco común.

Stone y De Palma configuran y llevan hasta el exceso un antihéroe chabacano, altanero, sin escrúpulos y violento, pues es su carácter agresivo lo que le permite, casi sin problema alguno, despuntar en la vida y llegar a la tan ansiada fama, al precio que sea. Y la verdad es que lo consiguen, creando con este personaje, tan poco afín a moralidad alguna (al menos en apariencia), todo un icono cinematográfico que pasó, merecidamente, a la historia del cine. Si se quiere disfrutar de una película penetrante y magistralmente interpretada, Scarface es una excelente opción. Un clásico entre clásicos.

Wednesday, February 07, 2007

40 segundos


La pasada semana el programa de TVE 59 Segundos vivió uno de sus episodios más desagradables. A pesar de que la esencia de este debate público es la polémica informativa e ideológica, el miércoles -este aspecto- alcanzó su cota más alta, evidenciando la politización que viven los medios de comunicación actualmente.

El tema central del programa era, como no podía ser de otra manera, la situación actual de lo que muchos denominan el conflicto vasco. Con todo dispuesto, el combate dialéctico comenzó con poca intensidad pero se fue "caldeando" según transcurrían los minutos. Los niveles de crispación de los invitados alcanzaban niveles más altos con cada intervención. De repente, un periodista "dejó caer sobre la mesa" el argumento de la trama de la conspiración , y comenzó el lío.

Durante 40 segundos -cronometrados por el reloj- la audiencia fue incapaz de transcribir de que hablaban los periodistas. La mesa se convirtió en un ruidoso intrumento para ajusticiar y justificar las políticas de PSOE, PP y de los medios de comunicación afines a estos partidos. Los protagonistas los de siempre. En ausencia de Pedrojota, máximo inspirador de la trama del 11M, Isabel San Sebastián cogió el testigo popular a grito pelado. Enric Sopena hizo lo propio con el bando socialista, y aquí se acabo la comunicación. Ante esta situación, la presentadora de 59 Segundos se desgañitaba para intentar mediar en el conflicto. Antes me frustraba que los buenos contertulios de este programa no tuvieran más tiempo para expresar sus argumentos, pero ahora creo que es una suerte y un acierto que sólo les concedan 59 segundos para "hablar".

Friday, February 02, 2007

El loco de la polémica


Al legendario Loco de la Colina, Jesús Quintero, le gusta impactar en cada una de sus entrevistas. Si la semana pasada, la estrella mediática invitada al programa de Quintero fue el bailaor Farruquito -famoso en los últimos tiempos por atropellar mortalmente a un viandante y darse a la fuga-, en esta ocasión el elegido ha sido el showman Jiménez Losantos.

Estos personajes -tan queridos como odiados- conceden grandes porcentajes de share por su condición de estrellas de la polémica. En esa línea, una vuelta de tuerca en la lucha por las audiencias se produce cuando el "Loco" invita a su show al "pequeño talibán de sacristía" (esta genial definición se la he plagiado a un compañero de clase) para cargar contra Baltasar Garzón, y otra vuelta más cuando éste último decide volver a los estudios para actualizar su entrevista, ya grabada, para poder replicarle. Todo esto cuando aún ni se ha emitido la entrevista del juez.

Es decir, que el juez Baltasar Garzón y Federico Jiménez Losantos se traen una batalla dialéctica, con Jesús Quintero de mediador, en el papel de entrevistador, realmente interesante. Lo más chocante de todo esto es la cronología de los hechos, y sobre todo que haya tenido lugar cuando aún no sólo se ha emitido la entrevista de Losantos. Ver para creer.